Pues sí, el título lo dice todo.
Hace ya mucho tiempo que la mayor parte de mis esfuerzos como madre van hacia ahí: a intentar entender a mi hijo.
Parece fácil, ¿verdad? Pues no lo es. O, por lo menos, no lo es para mí.
No sé si te ha pasado algo parecido, pero pasados los primeros años en los que mi bebé era un bebé, de repente, todo lo que no ha hecho empieza a hacerlo.
Me explico un poco mejor: mi hijo mayor nunca ha sido de rabietas y con él siempre ha funcionado muy bien el diálogo. Nunca ha sido pegón, ni agresivo, ni rebelde.
Pues ahora lo es.
Sí, ahora es todo eso. Y me desespero, me crispo y pierdo la paciencia.
¿Y entonces qué pasa?
Pues que entramos en una guerra (batalla campal en toda regla) en la que perdemos los dos. Y después me siento fatal, terriblemente mal.
Se supone que yo tengo que ser capaz de dominar esa situación, pero no consigo hacerlo.
Llegó un punto en el que esta situación era todos los días, desde que se levantaba de la cama. Ya empezábamos con que no quería ir al baño, no quería desayunar, no quería vestirse… (a todo esto hay que añadir que está su hermano, y se unía a su rebeldía o la sufría).
Y esta situación se desbordaba por la tarde, y por la noche ya era algo directamente insoportable. El caos. De verdad, llegaba un punto en el que no sólo él perdía el control, también yo.
Una noche llegué a vaciarle el resto de yogourt sobre la cabeza.
¡Estallé!
Por si ahora estás pensando muy, pero que muy mal de mí, te contaré lo que antecedió para llegar a ese punto: un largo rato de tirar comida por el suelo, paredes y sobre su hermano. Al final lo hizo con el yogourt y ahí salió a relucir mi cerebro primitivo.
Y terminé de hacer lo que estaba haciendo él, pero sobre él mismo. Todo acompañado de un alarido tremendo.
Después me fui a mi dormitorio un rato. Necesitaba respirar y relajarme.
Mis hijos se quedaron llorando fuera (sí, suelen solidarizarse el uno con el otro). Cuando me calmé, salí y tuve que contenerme la risa al ser consciente de lo que había hecho.
Claro, tocó ducha rápida y lavado de pelo.
Fue entonces cuando me di cuenta que necesitaba hacer un parón para reconectar de nuevo con mi hijo. Algo no iba bien.
Y esto es lo que hice:
Cuando estuvimos calmados hablamos de lo que había pasado. Qué había provocado en mamá esa reacción y, sí, le pedí perdón.
Le hice ver que mamá se había equivocado, y que eso no había estado bien, que lo sentía porque me había enfadado mucho mucho y no había reaccionado bien. Pero él tampoco había actuado bien.
Estuvimos hablando, nos pedimos perdón y dijimos que intentaríamos los dos hacer las cosas de un modo mejor, para no enfadarnos tanto.
Por mi parte, he intentado entenderle un poquito más.
Entender que cuando peor se porta, más amor necesita. Intentar lidiar con esos momentos en los que grita, se rebela o pega. Lidiar de la mejor forma posible, sin ponerme histérica.
Te confieso que en momentos así me cuesta, y me cuesta mucho. No es fácil. Pero lo estoy intentando, y veo que cuando yo mantengo la calma todo fluye y se soluciona de mejor forma.
Pero no siempre puedo contenerme.
Por ejemplo, no puedo contenerme cuando araña otra vez a su hermano (que tiene la cara toda llena de marcas), o cuando le pega una bofetada sin ton ni son, o cuando nos da una patada (sí, ahora le da por pegarnos a nosotros también).
Se está rebelando, lo sé. Es su forma de decirnos que está enfadado. Pero haciéndolo de esta forma me cuesta mucho contener mi enfado, mi rabia. Y reacciono mal, pero no quiero que esta situación vaya a más.
Acaba de cumplir cinco años. ¿Tendrá que ver con una evolución en su desarrollo o tiene más que ver con los celos o con algo que no estamos haciendo bien como padres?
Sinceramente, no lo sé.
Pero creo que la mayor parte de estos comportamientos en mi hijo tienen una misma causa: los celos.
Y esta es su forma de llamar la atención.
He aprendido que se porta así porque espera justamente mi reacción. Y es mi reacción la que tengo que cambiar, para que él cambie su comportamiento.
Ahora sólo necesito mantener esta frase en mi cabeza en todo momento
Si portándose mal no consigue lo que espera, cambiará su comportamiento
Esa es la forma de corregirlo de una forma equilibrada y sana, evitando el castigo.
Uno de los pilares de la disciplina positiva es el respeto.
Y en eso intento basarme en la educación de mis hijos, y en eso tengo que trabajar más sobre mí misma, porque cuando castigo o grito o pierdo el control: no les respeto.
Los expertos en disciplina positiva recomiendan que, ante momentos como los que te he descrito, nos marchemos de la habitación donde está el niño.
En ese momento será muy difícil que solucionemos nada, el niño está nervioso y poco receptivo a lo que le digamos, y, seguramente, nosotros también.
Lo ideal es marcharnos y, cuando esté tranquilo, hablar con él. Será en ese momento cuando pueda entender qué no ha hecho bien y explicar qué ha sentido para actuar así.
Ahí podremos ayudarle a corregir este tipo de comportamientos, de una forma respetuosa y positiva para él (y para nosotros como padres).
Intento ponerlo en práctica. Unas veces lo consigo, y funciona. Pero otras todavía no.
Creo que estamos muy habituados a otra forma de educación, e inevitablemente nuestro primer impulso es castigar. Pero aunque parezca más efectivo a corto plazo, porque en ese momento consigues «someter» a tu hijo al comportamiento que tú quieres, a largo plazo es muy negativo.
Y hay numerosos estudios que abalan esto: mina su autoestima y la confianza en nosotros, incrementa su rebeldía y, por supuesto, no es nada respetuoso.
No sé si estás pasando o has pasado por algo así, si te has visto reflejada en mí, o actúas como a mí me gustaría actuar siempre. En todo caso, espero que mi experiencia te sirva y… a mí me sirve la tuya, cuéntamela en los comentarios 🙂
¡Hasta la próxima!
Hola!! Pues así estamos por aquí también… Perdiendo el control… No es que me importe tanto el castigarles, sino el hacerlo gritando y sin pensar.. Intentaré respirar… Si además cuando lo he hecho, el estar calmada y decirles que me tengo que pensar el castigo, ha funcionado mejor, porque entonces se dan más cuenta de que han hecho algo malo.. Pero últimamente salto como una loca.. Leyéndote me vuelvo a proponer respirar y controlar.. Mañana empiezo jejeje, a ver qué pasa!!!
Hola, Sil. Es que es muy difícil mantener la calma a veces… Nuestros retoños tienen la capacidad de llevarnos al límite. Por si te sirve de consuelo, yo a veces pienso que si alguien me estuviera grabando, me daría mucha vergüenza verme a mí misma así: gritando como una loca. Y eso me hace sentir muy mal. Así que, ánimo y a respirar y contar hasta ¿1000? Algo efectivo es irte a un cuarto a relajarte un rato, claro que eso no siempre se puede hacer. Gracias por comentar y ya me contarás qué tal te van los nuevos propósitos 🙂
Eso es totalmente normal pero es difícil de digerir. Mucha comprensión, respeto y amor, y una infinita paciencia.
Ánimo!! Un abrazo
Muchas gracias, Anabel, en ello estoy, intentando tener esa paciencia para sobrellevar mejor estos comportamientos y, sobretodo, para ser su mejor reflejo… Pero, a veces, es muy difícil, me llevan al límite y estallo (bueno, en este caso mi peque mayor). Un abrazo grande
Qué momentos más difíciles!! Tener al niño llevándote la contraria desde q se levanta y más teniendo horarios q cumplir es agotador y te entiendo un montón. Es una buena idea salir de escena a respirar antes de gritar, cambiar el orden de las cosas (si no quiere vestirse pues vamos a desayunar y luego nos vestimos o cosas así) pero me parece más difícil actuar de una manera tranquila y respetuosa cuando pega a un adulto y no te digo nada a su hermano. Lo mejor de todo es q eres consciente de que puedes hacer las cosas distintas y lo pones en practica y eso tu hijo te lo va a agradecer un monton. Igual que pedirle perdón. Cuando pierdo la paciencia con Pichí y me siento fatal me parece necesario pedirle perdón. Pufff ánimo por es dificilimo!!! un besote!!
Hola, Alma de Mami, como tú dices, ¡es dificilísimo! Aunque sepas lo que hay que hacer, y cómo es mejor llevar la situación es difícil mantener la calma, sobretodo en esos momentos concretos en que pega (a nosotros o a su hermano). Me supera. Sobretodo cuando le toca la cara a su hermano, es que si lo vieras… lleva toda la cara siempre llena de marcas de sus arañazos. Y no puedo con ello. Sé que así no soluciono nada, pero me sale el instinto primitivo. Soy consciente de que la educación de mis hijos es la tarea más difícil a la que me he enfrentado, me enfrento y me enfrentaré jamás. Y lo de pedir perdón… a mí también me parece algo necesario. Si me equivoco yo también tengo que reconocerlo y hacérselo saber y pedirles perdón. Pero bueno, tengo confianza en que poco a poco todo este esfuerzo irá dando sus frutos 🙂 ¡Besos!
¡Hola, Teresa! Creo que estás en el buen camino de la crianza respetuosa. No es un camino fácil, y desde luego, requiere de mucha paciencia y autocontrol. A veces, perdemos los papeles, nosotras también somos humanas. Lo importante es rectificar, pedir perdón y tratar de razonar con tu hijo cuando puedas. Si crees que son los celos los que le provocan este comportamiento prioriza ese tema. Si te sirve de consuelo, a veces, yo tampoco entiendo a mi peque. Un beso enorme.
Hola, Rosa. Gracias por tus consejos 🙂 Me estoy centrando a fondo con los celos, y a días parece que resulta, pero otros se rebela de una forma que puede conmigo. Pero la verdad es que cuando consigo mantener la calma todo va mejor, o cuando coge una pataleta y empieza a tirar cosas me voy a otro cuarto diciéndole tranquila que cuando se calme hablamos (o hacemos lo que tengamos que hacer). Y la verdad es que funciona 🙂 ¡Besos!
Mi peque aún no tiene ni 3 años pero aún así ya hay días en los que me cuesta tener la reacción que me gustaría… Me ha ayudado ver una conferencia de Yvonne Laborda en Youtube, conexión emocional creo que se titulaba, dura algo más de una hora. Si con dos hijos eres capaz de encontrar tiempo te la recomiendo, jeje. Por otra parte decir que ahora estoy intentando hacer un curso de Mindfulness para aprender a controlar esos impulsos, entre otras cosas porque ellos aprenden de nosotros para lo bueno y para lo malo y mi hijo ya me imita en alguno de esos momentos en los que preferiría que no… Un beso!!
¡Gracias, Paula! Tomo nota de la conferencia de conexión emocional e intentaré sacar ese tiempo… aunque no es fácil, jeje. Lo del Mindfulness me parece súper interesante, pero yo por aquí no he visto que hagan todavía, pero por lo que he oído comentar va genial. Ya contarás cómo te va con él y si te sirve para aprender a controlarte ante momentos así. Muchas gracias por tus consejos 🙂 ¡Besos!
El curso de Mindfulness es online 😉
¡Anda! Pues esto me interesa… no sabía que hacían mindfulness online. Buscaré uno y lo haré. ¡Gracias!
Has descrito justo lo que estamos viviendo en casa desde hace unos días. Rabietas continuas de mi mayor (4 años), con patadas incluidas siempre e insultos (tonta y mala me dice).
No admite una negativa a nada, no tiene paciencia ninguna y una bajísima tolerancia a la frustración.
Y yo estoy intentando enderezar mi camino. La mayoría de veces lo hago fatal porque no sé tomar las riendas de la situación pero poco a poco lo intento…
Gracias por tu post. Me ha hecho sentirme un poco más comprendida y acompañada.
Es que es muy difícil reconducir bien la situación cuando entran en esa espiral de comportamiento… ¡Y por supuesto que no eres la única! Esto es una realidad, otra cosa es que se cuente o no… Si te sirve de consuelo, todo pasa… Ahora ya no actúa así y cuando se va de olla yo lo sé reconducir un poquito mejor. Estoy más tranquila y eso me hace tener dosis extra de paciencia. Quédate con esta frase: Cuánto peor se porta, más amor necesita. A mí me ayuda mucho… Aunque siempre no es fácil. Gracias por comentar 😘
Pues yo si me voy de la habitación el me sigue detrás gritando y diciéndome que “no” a todo.
Y cuando por fin consigo calmarlo y hablo con él me dice que “si” a todo, que “perdona, mami” que “ya no libro voy a hacer más” y al rato si te he visto no me acuerdo y vuelta a empezar una vez y otra y otra y otra y otra…..
Sí, ellos igual… por eso me fui a mi dormitorio y me encerré allí… Hay que buscar un lugar e intentar abstraerte de sus gritos y llanto. No es fácil, pero es efectivo si se consigue. Y lo de hablar… no dura siempre, pero un rato se acuerdan 😉 ¡Ánimo y gracias por comentar!!!