¿Qué tiene la montaña que me conecta tanto? Naturaleza.

Y es que respirar aire puro, respirar verde y sentir ese fresquito en la piel me enamora, me conecta, me desconecta, me reconecta.

En noviembre fue mi cumpleaños, y ese fue mi regalo: un fin de semana en un hotel rural en Hecho (Huesca).

Cerca de casa, pero lo suficientemente lejos como para disfrutar de una desconexión familiar, en plena montaña, en plena naturaleza.

Ya había estado en Hecho, pero la verdad es que no lo recordaba (mi memoria tiene estas cosas), y lo disfruté como si fuera la primera vez.

Aunque yo soy de esas personas que suele disfrutar muchísimo de estos pequeños grandes placeres de la vida.

Y es que si disfrutas de estas escapadas, cuando vas con niños muchísimo más.

Aunque, aquí, para serte sincera tengo que decir que este finde fue bastante intenso y hubo momentos en que pensé que quizás me había equivocado llevando a los niños.

La idea era descansar, pasear y disfrutar, pero ya sabes cómo son los niños… tú tienes unos planes, y ellos los suyos.

Así que este fin de semana estuvieron especialmente nerviosos, quejándose por todo y peleándose…

Pero quitando estos momentos, fue un fin de semana maravilloso, que disfrutamos muchísimo.

Hecho es un pequeño pueblo muy bonito, tranquilo y en plena naturaleza.

Está en el Valle de Hecho y puedes disfrutar de un paisaje maravilloso, además de rutas ideales para hacer con niños, otras sin niños, también para practicar escalada, esquí, barranquismo… (aquí mi marido podría explicar mucho más que yo).

Además, cuando fuimos era otoño, así que las vistas eran espectaculares. Montañas de colores otoñales… precioso.

El pueblo está muy cuidado y te sumerge en su tranquilidad, en sus tiempos remotos. Con sus vistas maravillosas, el río a un paso y las montañas que observan desde su quietud móvil.

Sí, me apasiona la montaña. ¿Será por mis orígenes?

Y esa es una de las suertes que tenemos en Huesca: nuestras preciosas montañas, lugares de ensueño, naturaleza en su esplendor.

Lo primero que hicimos fue dar un paseo por el pueblo, que estaba muy tranquilo.

Es un pueblecito muy pequeño, así que a mí me resulta muy acogedor.

Además, en dos pasos estás en el río, y ahí mis peques disfrutaron un montón tirando piedras al agua (una de sus grandes aficiones, que tienen desde que eran muy pequeñitos).

Y desde allí vimos atardecer. Precioso.

A mi marido y a mí nos gusta deleitarnos con el arte y la arquitectura, aunque en este caso y yendo con niños no pudimos prestar demasiada atención.

Sólo puedo decir que las casas son de piedra con sus tejados de pizarra, y están muy cuidadas, todas restauradas y con sus ventanas de madera que a mí, particularmente, me encantan.

A destacar, y visto así en plan rápido, su iglesia románica.

Pero no nos podemos quedar sólo con esto, porque hay increíbles sitios para ver muy cerquita, pueblos preciosos, monumentos, rutas, parajes…

Como nuestra estancia en Hecho fue sólo de un fin de semana pudimos hacer poquito, pero sí pudimos acercarnos a ver el Monasterio de San Juan de la Peña.

Aunque eso te lo explicaré en detalle la próxima semana 😉

¿Merece la pena ir a Hecho?

Sí. Nosotros tenemos intención de volver para disfrutarlo más. Nos encantó, y, como ya he dicho, la montaña nos reactiva.

¿Tú has estado en Hecho? ¿También te encantan las escapadas a la montaña? ¿Sueles hacer turismo rural? Me encantará leer tu experiencia en los comentarios del blog 🙂

 

 

 

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